miércoles, 5 de junio de 2013

Poderosa Afrodita

Woody Allen y Mira Sorvino.
Poderosa Afrodita puede considerarse, entre otras cosas, un ensayo alleniano en el terreno de los musicales cinematográficos. Con la particularidad de la inserción de un coro griego que nos va contando la historia e intercalando un par de canciones a modo descriptivo. Es claro que la música es uno de los elementos más importantes que tiene el cine de Allen, además del humorismo que lo caracteriza, pero es aquí donde por primera vez se utiliza la música como mecanismo narrativo.
En este film los Weinrib son un matrimonio que si bien no tienen carencias, no viven sin preocupaciones. Amanda (Helena Bonham Carter) es una galerista de arte bastante esnob, embebida en su trabajo y que desea tener un niño por capricho, desdeñando todo el proceso del embarazo, por estar demasiado ocupada en sus tareas. Lenny (Woody Allen), por su parte, es un cronista deportivo bastante más mundano, que no soporta aparecer en los compromisos a los que su mujer debe atender. La adopción de Max los vuelve a unir en cierta medida, pero la inusual inteligencia del niño hace que Lenny se plantee buscar a su madre, quien probablemente sea muy inteligente también. Aunque, para su sorpresa, descubre que la madre es una actriz porno más bien corta de luces. Después de una serie de sucesos y reflexiones, Lenny decide que lo menos que puede hacer es intentar que salga de ese ámbito y comience una vida normal, lo que no será precisamente una tarea fácil.
Allen coloca un coro griego (como los que aparecían en las antiguas tragedias griegas) que nos guía por la historia intercalándola con reinterpretaciones de los principales mitos helénicos, más a modo de homenaje que con ánimo de parodiar, actualizando por supuesto el lenguaje narrativo y, como mencionaba al principio, insertando un par de números musicales. El coro interactúa en ocasiones con los personajes de la historia que cuenta, pero siempre manteniendo las distancias sobre ésta, lo que cómicamente resulta muy eficaz. Rescato la escena de Tiresias, profeta ciego de Tebas, protagonizado por un inmenso Jack Warden, o la aparición del “dios de dioses” que ha cambiado bastante su manera de proceder.
Si hay algún punto flaco en la película, es la inverosimilitud del matrimonio de Lenny y Amanda. No se explica cómo esa esnob, obsesionada con su trabajo y con estar en los círculos más altos, puede siquiera pensar en casarse con un sesentón neurótico mucho más mundano y a quien la “beautiful people” le produce urticaria. Su encuentro, incluso, resulta improbable.
La compensación viene con la Afrodita del título, llamada Linda Ash (Mira Sorvino). Desde su primera aparición en una casa kitsch, empeñada en hacerle una “favor” al buen Allen, hasta el final de la película, donde ha alcanzado cierta posición, pasando por una serie de etapas donde su carácter se desarrolla casi metafísicamente. La inusual belleza de esta actriz, contrastada brutalmente con la voz nasal que adopta para el personaje y lo soez de su vocabulario, conforman un personaje particularmente tierno, algo así como un peluche a tamaño natural que uno se llevaría a casa con sumo gusto.
Si bien no es cierto, como cantan muchos, que Allen produjo una obra maestra cada año, sí es verdad que cada película suya es en sí un experimento dentro de una cierta ortodoxia, y que muchas de ellas, como la que se reseña, son especialmente divertidas y, sin acercarse siquiera a la perfección, sí que se antojan verlas más de una vez.

Gayo Suetonio Tranquilo

Gayo Suetonio Tranquilo.
Gayo Suetonio Tranquilo (latín: Gaius Suetonius Tranquillus; c. 70 - post. 126). Se cree que nació en el seno de una familia perteneciente al orden ecuestre. Su padre era caballero, por lo que a él le correspondía hacer carrera en el ejército, sin embargo estudio literatura, gramática y retórica,  sábado fue un historiador y biógrafo romano durante los reinados de los emperadores Trajano y Adriano. Se cree que se desempeñó como profesor y abogado. En tiempos del  emperador Trajano, fue nombrado Tribuno de Bitinia, pero dejó el cargo para trabajar como encargado de las bibliotecas públicas y responsable de los archivos. Con el emperador Adriano, fue su secretario y encargado de la correspondencia oficial del gobierno. Enemistado con él, fue expulsado de la corte, dedicándose hasta su muerte a la escritura.
Formó parte del círculo de amistades de Plinio el Joven y al final, del mismo emperador Adriano, hasta que cayó en desgracia por enemistarse con éste ya que se le acusó de haberse involucrado con la emperatriz.  Su obra más importante es las Vidas de los doce césares (De vita Caesarum) en la que narra las vidas de los gobernantes de Roma desde Julio César hasta Domiciano. 


Película “El Satiricón” de Fellini

 “El Satiricón” de Fellini.
Una adaptación de la  particular mirada de Federico Fellini hacia la Roma de Nerón 1969, ciudad corrupta y libertina,  basado en “El Satiricón” de Petronio. El filme es fiel al texto de Petronio pues respeta la fragmentariedad con que la novela ha llegado a la actualidad, pero también es una recreación personal y subjetiva del director, porque a través de su creatividad y de su audacia visual convierte la novela de Petronio en una original y artística película, mezcla de fantasía, aventura y mitología, que invita al espectador a imaginar, a ir más allá de la pura apariencia. Giton, un joven apuesto, propiedad de Encolpius desaparece y es vendido a un actor, Vernacchio. Más tarde, es capturado y obligado a servir en las galeras de un mercader de esclavos. Giton aprovecha una escaramuza con soldados para escapar de su cruel destino y una vez más es libre para deambular por el mundo en compañía de su amigo Ascyltus en busca de las más extravagantes aventuras. Mientras tanto, Encolpius que no ha dejado de buscar a Giton desde que desapareció, se encuentra en pleno Laberinto, enfrentándose al terrible Minotauro. Particular mirada sobre la Roma de tiempos de Nerón y recrea el ambiente de corrupción, amoralidad y libertinaje de la época. 

martes, 4 de junio de 2013

La Anábasis de Jenofonte

Alejandro M. Cámara Frías

Una retirada a tiempo jamás será una derrota.

Expedición de los Diez Mil.
La información para datar la vida de Jenofonte la encontramos en su propia obra. Nació en Atenas hacia el año 430 a. C., su infancia y juventud transcurrieron en el ambiente turbulento de la Guerra del Peloponeso en la que participó formando parte de las fuerzas ecuestres. Participó, también, en la Expedición de los Diez Mil, campaña militar emprendida por Ciro el Joven para intentar arrebatarle el trono a su hermano mayor Artarjerjes II. Dicha expedición resultó ser una auténtica odisea que sirvió a Jenofonte para escribir su Anábasis. A su regreso a Grecia, estrechó lazos con Sócrates y Agesilao. La condena del filósofo, aunado su espíritu panhelénico y filoespartano fueron algunas de las causas de su rechazo hacia Atenas. En el año 394 a. C. luchó en Coronea en el ejército de Agesilao frente a sus compatriotas. Por esta acción (y quizá también su participación en la expedición de Ciro) Atenas lo condenó al destierro. Sin embargo, los espartanos lo premiaron con la proxenia, además de otorgarle una extensión de campo y bosque en Escilunte, donde vivió con su familia entregado a la vida rústica y a los ocios literarios. Años después tuvo que abandonar la finca cuando fue ocupada por los de eleos. Jenofonte se refugió primero en Lepreo y luego en Corinto. El poder emergente de Tebas originó una nueva alianza entre espartanos y atenienses por lo que se derogó la sentencia de destierro, mas no hay evidencia de que Jenofonte haya regresado a su patria. Su vida abarca, más o menos, el mismo período que la de Platón. 
Jenofonte fue, entre todos los autores clásicos, un verdadero polígrafo y el literato más universal de su época. Comúnmente se piensa que los años en Escilunte fueron los más productivos pese a que existen indicios en algunas de sus obras que sugieren un origen más tardío. Destacan la Anábasis, la Ciropedia (semblanza del rey Ciro II el Grande famosa en la antigüedad) y las Helénicas (que pretende continuar con la Guerra del Peloponeso, obra inconclusa de Tucídides). 
La vida y obra de Jenofonte se funden; en 401 a. C. Proxeno de Beocia lo invita a participar en una supuesta expedición contra los pisidas. En aquella aventura Jenofonte no participa como general, ni oficial, ni soldado; más bien como una suerte de corresponsal de guerra que describe el viaje y sus vicisitudes, además de delinear la figura romántica de Ciro el Joven, el príncipe rebelde persa que reclutó a un ejército griego y bárbaro para derrocar a su hermano. Ciro partió con sus hombres de Sardes, pasaron por Cilicia y siguieron el curso del río Éufrates hasta llegar a Cunaxa. Ahí se dio una gran batalla en la que los oficiales Menón, Clearco y Proxeno le ganaron terreno al numeroso ejército persa. Aun así, Ciro, con 600 jinetes, se lanzó contra su hermano y pudo herirlo en el pecho, pero un dardo le penetró debajo del ojo, y ya muerto, le cortaron la cabeza y la mano derecha. Sin heredero al trono los “diez mil” emprendieron la retirada. El sátrapa Tisafernes engañó y asesinó a traición a sus generales y los soldados se vieron en la necesidad de nuevos generales. En este punto Jenofonte se atribuye un papel importante en la historia. Lo cierto es que ayudó a que los mercenarios cruzaran el reino de Artarjerjes repleto de peligros hasta llegar a Trapezunte, a orillas del Mar Negro. Después de problemas internos, rebeliones y saqueos pudieron ponerse a salvo. 
La Anábasis es una obra importante por muchas razones. La sencillez y elegancia con la que describe pormenores geográficos y etnográficos lo hacen un libro de guerra variado y atractivo como pocos. Plutarco dice de él: “Jenofonte ha sido su propio historiador. Ha contado lo que hizo como estratega, el éxito que obtuvo, atribuyendo s obra a Temistógenes de Siracusa. Supo renunciar a su gloria de autor a fin de que se le diera más crédito, expresándose de sí mismo como de un extraño.” 
Su estilo, que Cicerón califica “más dulce que la miel”, realmente atrapa y entretiene. La Anábasis puede ser una puerta asequible para cualquiera que desee adentrarse a la literatura griega clásica. Interesa también la manera de destacar la personalidad de los caudillos. Personalmente, me siento atraído por la figura ‘romántica’ de Ciro el Joven, príncipe rebelde que se enfrenta al ejército de su hermano. Nos dice Jenofonte: “Ciro y la caballería que le acompañaba, unos seiscientos jinetes iban armados con corazas, quijotes y cascos; pero Ciro se dispuso al combate dejándose descubierta la cabeza”. Páginas atrás, Ciro responde de esta manera a los soldados que lo cuestionaban de estar haciendo promesas que no podría cumplir: “Lo que temo, pues, no es que me falte qué dar a cada uno de los amigos si las cosas salen bien, sino que tenga suficientes amigos a quienes dar.” 
La Anábasis, pues, cuenta una historia, una guerra, una huida, un duelo carnal que lleva a un ejército recorrer más de seis mil kilómetros entre ida y vuelta, las cuales duraron un año y tres meses. Hazaña que demostró que el terreno persa no era impenetrable y se podía salir vivo del mismo, testimonio que Alejandro Magno tomó muy en cuenta para planear su ataque al imperio aqueménida; una muestra de la influencia que tuvo dicha obra que escribió la historia para hacer historia y que continúa haciéndolo hasta nuestros días.


El último poema de Safo de Lesbos

Kevin Cárdenas

Resignación
Vosotras cuidad, hijas, de los dones hermosos de las Musas 
de fragante regazo, y de la vibrante lira compañera del canto. 
Pero mi piel que antes fue tan suave la sometió ya la vejez 
y blancos se han vuelto mis negros cabellos de antaño. 
Pesado se ha hecho mi ánimo, y no me sostienen las rodillas 
que otro tiempo fueron tan ágiles como corzas en la danza. 
De eso me lamento día tras día. ¿Pero qué puedo hacer? 
Cuando se es humano, no es posible dejar de envejecer. 
De Titono, en efecto, contaban que la Aurora de brazos de rosa,
inflamada de amor, lo raptó para llevarlo al confín de la tierra 
porque era bello y joven. Mas de igual modo a él con el tiempo 
lo atrapó la grisácea vejez, aun teniendo una esposa divina.

Escultura de Safo de Lesbos.
Entre más poblada sea la barba, más peso tendrá la palabra. Safo, la poetisa nacida en la isla de Lesbos en el Siglo VII a. C., sin tener una barba viril, parece haber padecido este adagio de una manera más bien poética. Pues, al leer este, su último poema completo rescatado, podemos observar que la edad hizo adquirir un tono distinto (si bien no radical) a los ya llamados por antonomasia: “versos sáficos”, que antes apostrofaban a la diosa Afrodita o dedicaban loas a sus compañeras homosexuales.
Si se dijera que este poema es una mera lamentación, se estaría equivocado.
El poema es más bien una exhortación abierta hacia las jóvenes de su círculo artístico-afectivo a cuidar de aquello que los grupos humanos (a través del tiempo y de la Historia) han percibido como un regalo divino; como una posesión atesorada; o bien, como sinónimo de la inocencia, de la dicha del desconocimiento: la juventud.
Entre menor sea el movimiento del cuello, más vieja será la persona a la que éste pertenece. Para alejarnos de la sentencia que esta frase expone, propongo, al igual que Safo de Lesbos (y muchos otros de sus contemporáneos), aprovechar el tiempo que nos resta de llevar una cabeza bien plantada sobre un firme cuello, y girarlo a cada momento y en cada lugar, para observar y escuchar la cantidad de maravillas que el mundo ofrece a nuestros sentidos todo el tiempo (muchas de estas irrepetibles) y que suelen pasarnos desapercibidas por negligencia.

lunes, 3 de junio de 2013

"Las Geórgicas” y “Las Bucólicas” de Virgilio

Kevin Cárdenas

El poeta Virgilio.
Para que todo aquel que desconozca la relevancia que tienen aún en nuestros tiempos tanto la figura como la obra de Virgilio pueda obtener la satisfacción que otorga dadivosamente la lectura de esta, una de las líricas más prodigiosas de la época precristiana, y para que este texto cumpla su motivo de creación, se abordarán brevemente algunos aspectos biográficos de Virgilio, uno de los autores capitales de la Literatura latina, con el fin paralelo de comprender su propio motivo de creación, plasmado indeleblemente dentro de toda la producción artística de su autoría. 
Publio Virgilio Marón nació el 15 de octubre del año 70 a. C., en Andes, una pequeña localidad aledaña a Mantua, hoy ciudad capital de la provincia italiana que lleva el mismo nombre. Menester es recordar que fue hijo de una familia de agricultores allí asentados, señores de una buena cantidad de dominios agrícolas, cuya apariencia y trato se vería plasmada con suma asertividad poética a lo largo de cada una de las composiciones del vate. 
Una vez entendido cuál fue el motor principal que llevó al poeta a plasmar los paisajes observados durante la mayor parte de su infancia, pasemos a rememorar dos de las obras que inscribieron su nombre en las tablas de la posteridad histórica de las artes, ambas piedras angulares de la literatura bucólica: Las Geórgicas y Las Bucólicas.

Las Geórgicas 
Esta composición está estructurada en cuatro libros, y se trata de un poema sumamente inteligente, escrito entonces para sólo un grupo reducido de entendidos en ciencias como la Mitología, la Astronomía, la Historia, la Geografía y la Lengua, esto debido a que fue producido por encargo de Cilnio Mecenas, en pro del gobierno del primer emperador romano, César Augusto. 
Fruto de una intensa observación de la naturaleza, Las geórgicas desarrollan cuatro temas en los que Virgilio nos hace partícipes de su interacción con los temas agrícolas: el primero de estos libros relata fielmente los trabajos del campo y cómo estos son llevados a cabo: las cualidades del suelo, la alternancia de cultivos, la instrumental requerida, entre otras más. 
El segundo libro se dedica a la viticultura y a los árboles frutales. En este se describen los cuidados que se deben de tener a la hora de controlar un viñedo, todos procesos fehacientes en la producción de la bebida del dios Baco. 
El tercer libro, a su vez, habla del ganado: con detallados retratos de cada animal, Virgilio recuenta las medidas que deben seguirse para el cuidado y la manutención de los toros y los becerros, los bueyes y los caballos, las cabras y las ovejas (de estas últimas el poeta canta el método correcto con el cual deben ser esquiladas. 
El cuarto libro, finalmente, es en el que -podría decirse- su autor se preocupa más por la forma. No obstante, el fondo sigue siendo constante y no se separa sustancialmente de los demás: ese tema es el de la apicultura. En este libro, Virgilio describe el comportamiento de la colmena: hace hincapié en la jerarquización de las abejas de acuerdo a la función que desempeñan dentro del grupo, sean estas obreras, zánganos o reinas.  

Las Bucólicas 
Arcadia de Markó Károly.
Las Bucólicas, posteriormente llamadas Églogas, están constituidas por diez cantos pastoriles en los que precisamente se estampa la vida que llevan los pastores, todos personajes ficticios en la región imaginaria de Arcadia. Es en estos cantos donde fácilmente podemos comprender el influjo de la propia experiencia del poeta en la concepción y realización de este volumen, pues basta leer cualquiera de ellos para identificar hallar un bello pasaje en el que emerjan las costumbres agrícolas exaltadas pasionalmente: 

Títiro. —Oh Melibeo, a dios debo estos solaces; porque para siempre será un dios. Frecuentemente regaré sus altares con la pura sangre de los recentales de mis majadas, pues a él debo que vaguen libres mis novillas, como ves, y que yo mismo toque a mi sabor, con mi rústica flauta, sencillos aires. (Égloga I) Dametas. —Los lobos son funestos para los ganados, la lluvia torrencial para las mieses maduras, el aquilón para los arbolillos y para mí el enojo de Amarilis. (Égloga III) 

Todo aquel que disfrute de la poesía natural encontrará en Virgilio una satisfacción inconmensurable, y podrá comprobar que tras veintidós siglos de la aparición original de Las Bucólicas y de Las Geórgicas, mucho de lo referido por el poeta permanece vigente y en constante renovación, pues el curso de la naturaleza no difiere mucho del que sigue la verdadera poesía.

sábado, 1 de junio de 2013

Tito Petronio Árbitro

Grabado de Tito Petronio.
Nació en Roma entre los años 14 y 17 d. C y falleció en el año 65. Fue escritor y político romano. Vivió durante la era cristiana, gobernador y procónsul en Bitinia,  se le identifica con la aristocracia, el historiador romano Tácito se refiere a él como “árbitro de la elegancia”,  su buen gusto le dio un puesto en la corte de Nerón, haciéndolo su consejero en cuestiones de buen gusto. Su muerto  llego con el suicidio, después de ser acusado y condenado a muerte por conspiraciones contra el emperador.  
Se le atribuye la autoría del Satiricón, del cual sólo se conserva fragmentariamente pero pesar de  eso, se considera, junto a El asno de oro de Apuleyo, como obras iniciadoras de la novela latina.  El Satiricón de Petronio es una obra en prosa con algunos pasajes en verso que narra las aventuras de unos jóvenes libertinos. Estructurada en episodios y repleta de novedosos recursos estilísticos, constituye una sarcástica descripción de la sociedad romana de la época, la obra se divide en tres  libros:
1. Ascilto desde el fragmento I al fragmento XXVI
2. La cena de Trimalción desde el fragmento XXVII al fragmento LXXVIII
3. Eumolpo desde el fragmento LXXIX al fragmento CXLI