lunes, 3 de junio de 2013

"Las Geórgicas” y “Las Bucólicas” de Virgilio

Kevin Cárdenas

El poeta Virgilio.
Para que todo aquel que desconozca la relevancia que tienen aún en nuestros tiempos tanto la figura como la obra de Virgilio pueda obtener la satisfacción que otorga dadivosamente la lectura de esta, una de las líricas más prodigiosas de la época precristiana, y para que este texto cumpla su motivo de creación, se abordarán brevemente algunos aspectos biográficos de Virgilio, uno de los autores capitales de la Literatura latina, con el fin paralelo de comprender su propio motivo de creación, plasmado indeleblemente dentro de toda la producción artística de su autoría. 
Publio Virgilio Marón nació el 15 de octubre del año 70 a. C., en Andes, una pequeña localidad aledaña a Mantua, hoy ciudad capital de la provincia italiana que lleva el mismo nombre. Menester es recordar que fue hijo de una familia de agricultores allí asentados, señores de una buena cantidad de dominios agrícolas, cuya apariencia y trato se vería plasmada con suma asertividad poética a lo largo de cada una de las composiciones del vate. 
Una vez entendido cuál fue el motor principal que llevó al poeta a plasmar los paisajes observados durante la mayor parte de su infancia, pasemos a rememorar dos de las obras que inscribieron su nombre en las tablas de la posteridad histórica de las artes, ambas piedras angulares de la literatura bucólica: Las Geórgicas y Las Bucólicas.

Las Geórgicas 
Esta composición está estructurada en cuatro libros, y se trata de un poema sumamente inteligente, escrito entonces para sólo un grupo reducido de entendidos en ciencias como la Mitología, la Astronomía, la Historia, la Geografía y la Lengua, esto debido a que fue producido por encargo de Cilnio Mecenas, en pro del gobierno del primer emperador romano, César Augusto. 
Fruto de una intensa observación de la naturaleza, Las geórgicas desarrollan cuatro temas en los que Virgilio nos hace partícipes de su interacción con los temas agrícolas: el primero de estos libros relata fielmente los trabajos del campo y cómo estos son llevados a cabo: las cualidades del suelo, la alternancia de cultivos, la instrumental requerida, entre otras más. 
El segundo libro se dedica a la viticultura y a los árboles frutales. En este se describen los cuidados que se deben de tener a la hora de controlar un viñedo, todos procesos fehacientes en la producción de la bebida del dios Baco. 
El tercer libro, a su vez, habla del ganado: con detallados retratos de cada animal, Virgilio recuenta las medidas que deben seguirse para el cuidado y la manutención de los toros y los becerros, los bueyes y los caballos, las cabras y las ovejas (de estas últimas el poeta canta el método correcto con el cual deben ser esquiladas. 
El cuarto libro, finalmente, es en el que -podría decirse- su autor se preocupa más por la forma. No obstante, el fondo sigue siendo constante y no se separa sustancialmente de los demás: ese tema es el de la apicultura. En este libro, Virgilio describe el comportamiento de la colmena: hace hincapié en la jerarquización de las abejas de acuerdo a la función que desempeñan dentro del grupo, sean estas obreras, zánganos o reinas.  

Las Bucólicas 
Arcadia de Markó Károly.
Las Bucólicas, posteriormente llamadas Églogas, están constituidas por diez cantos pastoriles en los que precisamente se estampa la vida que llevan los pastores, todos personajes ficticios en la región imaginaria de Arcadia. Es en estos cantos donde fácilmente podemos comprender el influjo de la propia experiencia del poeta en la concepción y realización de este volumen, pues basta leer cualquiera de ellos para identificar hallar un bello pasaje en el que emerjan las costumbres agrícolas exaltadas pasionalmente: 

Títiro. —Oh Melibeo, a dios debo estos solaces; porque para siempre será un dios. Frecuentemente regaré sus altares con la pura sangre de los recentales de mis majadas, pues a él debo que vaguen libres mis novillas, como ves, y que yo mismo toque a mi sabor, con mi rústica flauta, sencillos aires. (Égloga I) Dametas. —Los lobos son funestos para los ganados, la lluvia torrencial para las mieses maduras, el aquilón para los arbolillos y para mí el enojo de Amarilis. (Égloga III) 

Todo aquel que disfrute de la poesía natural encontrará en Virgilio una satisfacción inconmensurable, y podrá comprobar que tras veintidós siglos de la aparición original de Las Bucólicas y de Las Geórgicas, mucho de lo referido por el poeta permanece vigente y en constante renovación, pues el curso de la naturaleza no difiere mucho del que sigue la verdadera poesía.

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